Instructor de vuelo: El protagonista invisible

05.01.2021
Clases en la AAIV
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Hace un tiempo atrás un piloto colega de línea aérea me sugirió que escribiera unas líneas sobre el tópico 'Instructor de vuelo'. Este amigo es fanático de la instrucción, tanto en aula como en avión.

Quizás a través del uso de la palabra pueda ayudar a resaltar la importancia que tiene un instructor en la vida de un piloto.

Para comenzar puedo decir que cuando uno se sube a un avión de escuela por primera vez, quien lo introduce al mundo aeronáutico es un instructor de vuelo. Cada palabra suya tiene un valor incalculable. Nos acerca a la fraseología, a las técnicas de vuelo, a qué significa ser piloto de avión en todos los sentidos.

Como en toda profesión debe haber una escala de matices en cuanto a profesionalismo y conocimientos en cada instructor. Sin embargo creo que cada uno, con sus aciertos y limitaciones debería ser un facilitador, un bastón en dónde el futuro piloto se pudiera apoyar.

Con varios años en el medio (un cuarto de siglo) aún encuentro pequeña esa palabra para nominarlo. ¿Por qué no puede ser denominado profesor, al menos quien ejerce la instrucción en tierra, en un aula? Parecería tristemente que nunca podrá alcanzar ese estatus. ¿Será porque es piloto? Es allí donde encuentro una dicotomía desagradable, ya que muchas veces se intenta poner al piloto en un pedestal que le queda grande, como una especie de super héroe que domina o controla las alturas, los vientos y las tormentas. Un pequeño ser humano que se apodera momentáneamente del aire que nos rodea. Pero al mismo tiempo se lo degrada por no poder alcanzar nunca esa posición de profesor.

En mi caso cuando pasé por las aulas, para brindar algunos de mis conocimientos, me regocijé al escuchar que mis jóvenes alumnos me llamaran 'Profe'.

Volviendo al inicio, el instructor de vuelo es una especie de tutor con una función muy sensible que viene a ser mantener bien en lo alto el deseo del aspirante, o consolidar el del piloto con poca experiencia. Con la enorme posibilidad de frustrar a quién duda en algún momento de su carrera, si no se utilizan los métodos y las herramientas más correctas. Es por eso que en la jerga se habla también de 'destructores', esos mal llamados instructores, que vaya a saberse bien por qué tienden a frustrar al alumno o al piloto novel llevándolos más allá de sus posibilidades, o haciéndoles saltear pasos que deben transitar oportunamente. Cada uno tiene su ritmo, y en ocasiones querer nivelar las exigencias, convertirlas en un molde estándar para todos, puede transformar a un aspirante, rápidamente en ex-practicante de la actividad.

Me tocó vivenciarlo personalmente, en más de un momento de mi carrera. En dónde se me forzó demás, se me cuestionó, pudiendo mantenerme sólo en base a la pasión y a la confianza en mis capacidades.

El trabajo de instructor o de profesor de aula es de una enorme responsabilidad. Van a estar formando a los futuros pilotos de línea aérea, y a los fututos pilotos de la aviación general. Como así también fumigadores, pilotos acrobáticos, lucha antigranizo, etc. Las distintas especialidades que conforman el universo de pilotos.

Lo que muchas veces degrada, y baja el nivel de instrucción es la escasa retribución que reciben los instructores de vuelo. Los dueños de algunas escuelas de vuelo piensan en ocasiones que les hacen un favor al dejarles sumar horas sin pagar, y encima cobrar algo por la actividad. Déjenme decirles a quienes realizan estas prácticas que es un grave error tener esa concepción. Con bajos estándares de instrucción la aviación se vuelve peligrosa. A los instructores que sólo van a sumar horas de vuelo para su libro, los insto a que se dediquen a otra cosa. Por respeto a la profesión y a los futuros actores de la misma, deberían poner todo aunque la paga resulte magra. Busquen la motivación recordando cuánto les costó llegar hasta allí.

Un buen instructor debería transmitir todos sus conocimientos, no guardarse nada. Dejar a un costado ese pensamiento nefasto que a veces subyace en algunos, que el alumno puede superar al profesor. Si algún día pasara, bienvenido sea. Ese instructor habrá desarrollado más que bien su tarea.

Nunca hay que perder de vista el amor por el vuelo, desde el lugar que nos toque estar en cada momento. Ya sea como instructor en una escuela pequeña, en un aula con pocos alumnos, o en la línea aérea más grande a cargo del avión de mayor porte. El entusiasmo y las ganas deberían ser las mismas.

El instructor es un formador de los próximos prospectos. El día de mañana van a ser los alumnos de hoy quiénes nos van a trasportar. Esa es en definitiva la importancia de enseñar, de instruir. Vertir conocimientos pero también valores. Amor y respeto por la profesión, como lo hicieron muchos de los que nos precedieron, sentando las bases de lo que hoy significa volar un avión.

Gracias a todos aquellos que me ayudaron a formarme, aunque que quizás no se los pude decir en ese momento. Y a quiénes lo siguen haciendo en la actualidad. El aprendizaje es constante e infinito.

Muchas veces se escucha por ahí la frase de que uno está aprendiendo hasta último de sus días. Coincido plenamente con esa aseveración.

Christian G. Carollo

@elpilotoqueescribe

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